miércoles, 8 de enero de 2014

Marvels, la era de los prodigios

El Universo Marvel es uno de los más complejos mundos de fantasía y ciencia-ficción que existen. Hay miles de cómics, más de una veintena de largometrajes, series y películas de animación, novelas y videojuegos. Gran parte de esta complejidad reside en que es un universo que se va renovando a lo largo del tiempo, y que se va desgajando en otros subuniversos dependiendo de la época o el medio en el que se desarrolla. Son más de setenta años de franquicia que han dado para todo, y que en la actualidad sigue más viva que nunca.

Maravillosa ilustración con parte de los personajes del Universo Marvel No están todos los que son, pero sí que son todos los que están, como suele decirse en estos casos
Para este post, voy a inspirarme en una de las mejores obras de este singular universo: Marvels, un cómic de los años 90 que sabe captar como ninguno la esencia de los personajes originales y de la conocida como Edad de Plata de las historietas de superhéroes, que podríamos datar en los años 60 y primeros 70 del pasado siglo, una época fascinante.

El punto de partida de este universo es 1961, Stan Lee propone a su editor la creación de una serie de superhéroes similar a la Liga de la Justicia de América. Con poca convicción, éste acepta, apareciendo en Noviembre de ese mismo año el primer número de Los Cuatro Fantásticos, con dibujos de Jack Kirby. No obstante, la nueva criatura del tándem Stan, El Hombre, Lee, y Jack, El Rey, Kirby, dista mucho de los superhéroes que se habían visto hasta la fecha, estos superhéroes eran humanos, es decir, tenían problemas como cualquier mortal: amorosos, económicos, de salud, sociales… y se desenvolvían en un mundo cambiante y convulso como el de los años 60. Está claro que estas historias no eran culebrones: había acción a raudales, aventura, ciencia-ficción y fantasía, pero el lector se sentía identificado con esas vicisitudes cotidianas, se encariñaba de los personajes y veía reflejado en ellos sus propios anhelos y esperanzas.

La criatura fue creciendo poco a poco tras la llegada de Los Cuatro Fantásticos, fueron naciendo nuevos personajes: Spiderman, Thor, Doctor Extraño, Hulk, La Patrulla X, Daredevil,  incluso se reciclaron algunos personajes de la Edad de Oro, como el Capitán América o Namor.  No se trataba de superhéroes independientes, todos formaban parte de un mismo mundo. En muchas historias aparecían personajes de otra colección, como si se tratara de artistas invitados, la jugada era clara, incitar a los lectores de una colección a seguir otra. Se creó una cabecera que reunía varios de estos personajes en un grupo: Los Vengadores, fue un rotundo éxito. Había nacido el Universo  Marvel. A partir de esta cabecera las historias se hicieron más complejas, mezclando personajes y aventuras, tejiendo una telaraña de relaciones entre ellos difícil de romper, en muchos casos se había de adquirir dos cabeceras diferentes para poder seguir el hilo de un relato.

Toda esta complejidad tuvo cierta lógica hasta principios de los 70, ¿qué pasó?, muy sencillo: hasta esa época los personajes podían crecer y evolucionar al ritmo de sus lectores. Pongamos un ejemplo: Spiderman.

Entre la primera aparición del Lanzaredes en 1962, y la muerte de su novia, Gwen Stacy, en 1972, pasan 10 años. En la primera aventura, Spiderman es una adolescente de unos 15 años que va al instituto, en la segunda un joven que está acabando la universidad con unos 23 o 24 años. El tiempo real y el tiempo ficticio se mantienen más o menos a la par: el mundo ficticio cambia y el personaje crece al mismo ritmo que el mundo real y sus lectores. A partir de ese punto todo se desmadra, diez años después de la muerte de Gwen Stacy, Peter Parker (Spiderman), sigue yendo a la universidad como un estudiante de postgrado de unos 25 años, diez años más tarde, ya en los años 90, seguirá sin cumplir los 30, aunque, eso sí, el mundo ficticio a su alrededor habrá cambiado. Lo mismo ocurrirá con el resto de personajes de la franquicia.

Algunos Vengadores vistos por Alex Ross, dibujante de Marvels
El cómic Marvels, la era de los prodigios, escrito por Kurt Busiek y dibujado por Alex Ross en 1994, es un homenaje a las historias clásicas de los 60 de Marvel. Desde mi punto de vista, si no el mejor, sí es uno de los mejores cómics de superhéroes que se ha publicado jamás. Y me encanta, no sólo por su calidad artística, que es sobresaliente, me encanta porque esa dicotomía entre mundo real y mundo ficticio se unifica, la historia está ambientada en los años 40, 60 y 70, y los hechos que en ella se narran (relatos sacados de los cómics de esa época), se cuentan desde los ojos de un ciudadano de a pie, un fotógrafo, un personaje que pasa de casarse con su novia a principios de los 40 a jubilarse a principios de los 70. Nunca el mundo de los superhéroes se ha descrito con tanto realismo como en Marvels.

La serie originalmente fue publicada en cuatro números, donde se cuenta la historia del fotógrafo protagonista, Phil Sheldon, en primera persona.

El primer número se ambienta a principios de los 40, se funden perfectamente los hechos históricos reales, como el ataque a Pearl Harbour y la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, con los episodios de los cómics de aquella época, protagonizados por el Capitán América, la Antorcha Humana Original o Namor. No he leído los cómics en los que se basa, seguramente muy inocentes y simplones, pero el hecho de envolverlos en su contexto histórico real, con el fotógrafo de protagonista, así como la plasmación gráfica de la época por parte de Alex Ross; le dota de una profundidad y realismo impensable en los cómics originales.

El segundo número acontece en los años 60, el fotógrafo está casado, tiene dos hijas y trabaja en el Daily Bugle, quiere publicar un libro con las fotografías que hace de las hazañas de los superhéroes, los “prodigios” como los denomina él. En mi opinión, el número se centra en comparar las luces y el glamour de personajes como los Cuatro Fantásticos o Los Vengadores, con las sombras de aquellos otros superhéroes que son odiados y perseguidos, La Patrulla X y los mutantes en general. Una historia narrada de forma fabulosa y que llega al corazón. El número está lleno de guiños a episodios del Universo  Marvel y a la época en el que acontecen. Para muestra esta impresionante “splash page” de la boda de Mr. Fantástico con la Chica Invisible, aparte de los superheroicos invitados, seguro que sois capaces de encontrar a cuatro  jovencitos de Liverpool entre ellos. 

Puedes besar a la supernovia, Reed
El tercer número se centra en uno de los acontecimientos más conocidos del Universo Marvel: la llegada de Galactus, El Devorador de Mundos. Muy interesantes y humanas las reacciones del pueblo ante este desconcertante hecho: hay quien tiene fe en los superhéroes, hay quien piensa que el fin del mundo ya ha comenzado, hay quien cree que la culpa de todo la tienen los superhéroes, e incluso hay quien piensa que todo lo que ocurre es una farsa. El fotógrafo se encuentra entre los primeros. En este número no tienen desperdicio las splash pages que describen el enfrentamiento de Los Cuatro Fantásticos con Galactus, están intercaladas con páginas más sencillas que narran la historia de los meros espectadores, una forma muy gráfica de comparar la grandeza de las gestas superheroicas con  los miedos y esperanzas de la gente corriente que no sabe realmente qué es lo que está pasando.

Galactus jugando a los cochecitos en mitad de Nueva York
El cuarto número representa la pérdida de fe del protagonista, en él se da cuenta de que los superhéroes pueden fallar, que no son dioses, que no podemos, que no debemos, quedarnos sentados a que resuelvan nuestros problemas, hemos de hacerlo nosotros mismos. La vida no es justa, los superhéroes pueden desbaratar una invasión extraterrestre, pero no pueden evitar que una persona buena muera. La historia clásica que sirve de fondo a toda la trama del número es la de la muerte de Gwen Stacy, el cómic que robó la inocencia a los cómics.

El Duende Verde raptando a la inocente Gwen Stacy
No puedo terminar sin comentar el trabajo gráfico de Alex Ross, un dibujo hiperrealista muy alejado del estilo superheroico. La frase no es mía, y no recuerdo dónde la leí, pero define muy bien el estilo de Ross: Si los superhéroes existieran, serían como los que dibuja Alex. Y es cierto: las caras de los personajes parecen retratos (Tony Stark es clavadito a Timothy Dalton), gran trabajo con las expresiones, los superhéroes no están hipermusculados, las arrugas y las costuras de  sus trajes se ven (el atuendo de Spiderman semeja un disfraz casero, que es lo que en realidad es), y la ambientación de la época (coches, moda, utensilios, etc.) es maravillosa, se nota que se documentó mucho para que quedara perfecta. La única pega que se le puede poner al dibujo de Alex Ross, por ponerle alguna, es el hieratismo de los personajes, da la sensación de que se trate de instantáneas, seguramente sea algo premeditado, teniendo en cuenta la naturaleza de la historia, o puede, simplemente, que Ross abusara demasiado de los referentes fotográficos.
En fin, un gran cómic que interesará incluso a aquellas personas que no son amantes de los justicieros con mallas.

Brillante página donde se hace más que evidente la diferencia conceptual entre los superhéroes y la gente de a pie, principal premisa de todo el cómic  


Existen varias ediciones en español, yo recomiendo la última de Panini, 9,99 €, un chollo, vamos.