El Universo Marvel es uno de los más
complejos mundos de fantasía y ciencia-ficción que existen. Hay miles de
cómics, más de una veintena de largometrajes, series y películas de animación,
novelas y videojuegos. Gran parte de esta complejidad reside en que es un
universo que se va renovando a lo largo del tiempo, y que se va desgajando en
otros subuniversos dependiendo de la época o el medio en el que se desarrolla.
Son más de setenta años de franquicia que han dado para todo, y que en la
actualidad sigue más viva que nunca.
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Maravillosa ilustración con parte de los personajes del Universo Marvel No están todos los que son, pero sí que son todos los que están, como suele decirse en estos casos |
Para este
post, voy a inspirarme en una de las mejores obras de este singular universo: Marvels, un cómic de los años 90 que
sabe captar como ninguno la esencia de los personajes originales y de la
conocida como Edad de Plata de las
historietas de superhéroes, que podríamos datar en los años 60 y primeros 70
del pasado siglo, una época fascinante.
El punto de
partida de este universo es 1961, Stan Lee propone a su editor la creación de
una serie de superhéroes similar a la Liga
de la Justicia de América. Con poca convicción, éste acepta, apareciendo en
Noviembre de ese mismo año el primer número de Los Cuatro Fantásticos, con dibujos de Jack Kirby. No obstante, la
nueva criatura del tándem Stan, El Hombre,
Lee, y Jack, El Rey, Kirby, dista
mucho de los superhéroes que se habían visto hasta la fecha, estos superhéroes
eran humanos, es decir, tenían problemas como cualquier mortal: amorosos,
económicos, de salud, sociales… y se desenvolvían en un mundo cambiante y
convulso como el de los años 60. Está claro que estas historias no eran
culebrones: había acción a raudales, aventura, ciencia-ficción y fantasía, pero
el lector se sentía identificado con esas vicisitudes cotidianas, se encariñaba
de los personajes y veía reflejado en ellos sus propios anhelos y esperanzas.
La criatura
fue creciendo poco a poco tras la llegada de Los Cuatro Fantásticos, fueron
naciendo nuevos personajes: Spiderman, Thor, Doctor Extraño, Hulk, La Patrulla
X, Daredevil, incluso se reciclaron
algunos personajes de la Edad de Oro, como el Capitán América o Namor. No se trataba de superhéroes independientes,
todos formaban parte de un mismo mundo. En muchas historias aparecían
personajes de otra colección, como si se tratara de artistas invitados, la
jugada era clara, incitar a los lectores de una colección a seguir otra. Se
creó una cabecera que reunía varios de estos personajes en un grupo: Los Vengadores, fue un rotundo éxito.
Había nacido el Universo Marvel. A
partir de esta cabecera las historias se hicieron más complejas, mezclando
personajes y aventuras, tejiendo una telaraña de relaciones entre ellos difícil
de romper, en muchos casos se había de adquirir dos cabeceras diferentes para
poder seguir el hilo de un relato.
Toda esta
complejidad tuvo cierta lógica hasta principios de los 70, ¿qué pasó?, muy
sencillo: hasta esa época los personajes podían crecer y evolucionar al ritmo
de sus lectores. Pongamos un ejemplo: Spiderman.
Entre la
primera aparición del Lanzaredes en
1962, y la muerte de su novia, Gwen Stacy, en 1972, pasan 10 años. En la
primera aventura, Spiderman es una adolescente de unos 15 años que va al
instituto, en la segunda un joven que está acabando la universidad con unos 23
o 24 años. El tiempo real y el tiempo ficticio se mantienen más o menos a la
par: el mundo ficticio cambia y el personaje crece al mismo ritmo que el mundo
real y sus lectores. A partir de ese punto todo se desmadra, diez años después
de la muerte de Gwen Stacy, Peter Parker (Spiderman), sigue yendo a la
universidad como un estudiante de postgrado de unos 25 años, diez años más
tarde, ya en los años 90, seguirá sin cumplir los 30, aunque, eso sí, el mundo
ficticio a su alrededor habrá cambiado. Lo mismo ocurrirá con el resto de
personajes de la franquicia.
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Algunos Vengadores vistos por Alex Ross, dibujante de Marvels |
El cómic Marvels, la era de los prodigios,
escrito por Kurt Busiek y dibujado por Alex Ross en 1994, es un homenaje a las
historias clásicas de los 60 de Marvel. Desde mi punto de vista, si no el
mejor, sí es uno de los mejores cómics de superhéroes que se ha publicado
jamás. Y me encanta, no sólo por su calidad artística, que es sobresaliente, me
encanta porque esa dicotomía entre mundo real y mundo ficticio se unifica, la historia
está ambientada en los años 40, 60 y 70, y los hechos que en ella se narran
(relatos sacados de los cómics de esa época), se cuentan desde los ojos de un
ciudadano de a pie, un fotógrafo, un personaje que pasa de casarse con su novia
a principios de los 40 a jubilarse a principios de los 70. Nunca el mundo de
los superhéroes se ha descrito con tanto realismo como en Marvels.
La serie
originalmente fue publicada en cuatro números, donde se cuenta la historia del
fotógrafo protagonista, Phil Sheldon, en primera persona.
El primer
número se ambienta a principios de los 40, se funden perfectamente los hechos
históricos reales, como el ataque a Pearl Harbour y la entrada de Estados
Unidos en la Segunda Guerra Mundial, con los episodios de los cómics de aquella
época, protagonizados por el Capitán América, la Antorcha Humana Original o
Namor. No he leído los cómics en los que se basa, seguramente muy inocentes y
simplones, pero el hecho de envolverlos en su contexto histórico real, con el
fotógrafo de protagonista, así como la plasmación gráfica de la época por parte
de Alex Ross; le dota de una profundidad y realismo impensable en los cómics
originales.
El segundo
número acontece en los años 60, el fotógrafo está casado, tiene dos hijas
y trabaja en el Daily Bugle, quiere publicar un libro con las fotografías que
hace de las hazañas de los superhéroes, los “prodigios” como los denomina él.
En mi opinión, el número se centra en comparar las luces y el glamour de personajes como los Cuatro
Fantásticos o Los Vengadores, con las sombras de aquellos otros superhéroes que
son odiados y perseguidos, La Patrulla X y los mutantes en general. Una historia
narrada de forma fabulosa y que llega al corazón. El número está lleno de
guiños a episodios del Universo Marvel y a la época en el que acontecen.
Para muestra esta impresionante “splash page” de la boda de Mr. Fantástico con
la Chica Invisible, aparte de los superheroicos invitados, seguro que sois
capaces de encontrar a cuatro jovencitos
de Liverpool entre ellos.
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Puedes besar a la supernovia, Reed |
El tercer
número se centra en uno de los acontecimientos más conocidos del Universo Marvel:
la llegada de Galactus, El Devorador de Mundos. Muy interesantes y humanas las
reacciones del pueblo ante este desconcertante hecho: hay quien tiene fe en los
superhéroes, hay quien piensa que el fin del mundo ya ha comenzado, hay quien cree
que la culpa de todo la tienen los superhéroes, e incluso hay quien piensa que
todo lo que ocurre es una farsa. El fotógrafo se encuentra entre los primeros.
En este número no tienen desperdicio las splash pages que describen el
enfrentamiento de Los Cuatro Fantásticos con Galactus, están intercaladas con páginas más sencillas que narran la historia de los meros espectadores, una
forma muy gráfica de comparar la grandeza de las gestas superheroicas con los miedos y esperanzas de la gente corriente
que no sabe realmente qué es lo que está pasando.
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Galactus jugando a los cochecitos en mitad de Nueva York |
El cuarto
número representa la pérdida de fe del protagonista, en él se da cuenta de que
los superhéroes pueden fallar, que no son dioses, que no podemos, que no
debemos, quedarnos sentados a que resuelvan nuestros problemas, hemos de
hacerlo nosotros mismos. La vida no es justa, los superhéroes pueden desbaratar una
invasión extraterrestre, pero no pueden evitar que una persona buena muera. La
historia clásica que sirve de fondo a toda la trama del número es la de la
muerte de Gwen Stacy, el cómic que robó la inocencia a los cómics.
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El Duende Verde raptando a la inocente Gwen Stacy |
No puedo
terminar sin comentar el trabajo gráfico de Alex Ross, un dibujo hiperrealista
muy alejado del estilo superheroico. La frase no es mía, y no recuerdo dónde la
leí, pero define muy bien el estilo de Ross: Si los superhéroes existieran, serían como los que dibuja Alex. Y
es cierto: las caras de los personajes parecen retratos (Tony Stark es
clavadito a Timothy Dalton), gran trabajo con las expresiones, los superhéroes
no están hipermusculados, las arrugas y las costuras de sus trajes se ven (el atuendo de Spiderman
semeja un disfraz casero, que es lo que en realidad es), y la ambientación de
la época (coches, moda, utensilios, etc.) es maravillosa, se nota que se
documentó mucho para que quedara perfecta. La única pega que se le puede poner
al dibujo de Alex Ross, por ponerle alguna, es el hieratismo de los personajes,
da la sensación de que se trate de instantáneas, seguramente sea algo
premeditado, teniendo en cuenta la naturaleza de la historia, o puede,
simplemente, que Ross abusara demasiado de los referentes fotográficos.
En fin, un
gran cómic que interesará incluso a aquellas personas que no son amantes de los
justicieros con mallas.